Después de reseñar las 72 Horas de la columna anterior, Sumercé se fue a dormir con la placidez que produce el deber cumplido. Pero resultó que no… no podía dormir en paz. Había registrado los sucesos de las últimas 72 horas (nada la comprometía a contar el desenlace de la aventura asilo-político-costarricense-delprimoexsenador) por tanto debía poder conciliar el sueño, sin embargo la Neurona Impertinente opinaba algo muy distinto y, sin la mínima consideración, atacó a Sumercé. En ese tonito que se gasta para despertarle la culpa (acción sencilla si se tiene en cuenta que Sumercé mantiene la bendita culpa a flor de piel), en el tonito despierta-culpa que usa la Neurona cuando quiere hostigar a Sumercé, le reclamó:
— ¡Já!, con que esos son los sucesos "más relevantes" de la Finca Colombia, en las últimas 72 horas. ¿Y el resto?
Sumercé abrió los ojos y quedó sentada en la cama en una misma acción y, antes que pudiera balbucear una respuesta, la Neurona inclemente precisó: ¿cómo le parece la trifulca de la Universidad Nacional? ¿Las declaraciones del expresidente César Gaviria, diciendo que no apoya la Reforma Política propuesta por el gobierno? ¿La Reunón del domingo de su Patrón con la bancada del Congreso que lo respalda, para acordar la tal Reforma Política? ¿El enfrentamiento de los cocaleros en Tarazá? A ver, diga pues, ¿dónde va a dejar esas "bobaditas"?
Y, qué les digo, a partir de ese instante resultó imposible conciliar el sueño. Eso que la Neurona no estaba reclamando por haber omitido reseñar la entrevista del doctor Don Mancuso, transmitida el mismo 22 en el noticiero de las 7 de RCN, donde se ratificó en lo dicho con anterioridad, que sí se había renido con el doctor don ex senador Mario Uribe; que también se había reunido con el doctor don Pachito Santos (Vice Patrón de la Hacienda), hace un tiempito, y que el doctor don Pachito le había dicho que tenían que cuadrar lo de un bloque de las AUC para Bogotá.
Aunque omitió esas observaciones la Neurona impertinente logró su objetivo, asediada por la culpa Sumercé pasó la noche en negro, porque de blanco nada. Pensó en los de Tarazá, en el Doctor don Mancuso, siguió las noticias de cómo Costa Rica negó el asilo político al Doctor Don ex senador, vio cómo le gritaban los familiares de las víctimas de los paras y, seguro, las mismas víctimas también, cuando salió de la embajada directito al búnker de la Fiscalía. Así, sitiada por gritos, ladrillazos y voces alarmantes de presetadores de noticias le llegó el amanecer sin pestañear. Por eso a la 8 en punto oyó al Patrón, que gracias a su jefe de prensa llamó a Don Darío a Caracol y le dio una entrevista no pedida, contando a todos sus fieles peones que un bandido lo acusaba de haber tenido algo que ver con la masacre del Aro (Ituango)…
La noticia es tan aterradora que Sumercé dudó. ¿Serían cosas de la imaginación o resultado del acoso de la fastidiosa Neurona? Sumercé dudó de la auntenticidad de lo que escuchaba en radio, mejor dicho, dudaba que estuviera oyendo radio, que Darío estuviera entrevistando al Patrón porque él se lo pedía y, por supuesto, que el Patrón hablara de "un bandido" que lo quería incriminar en la atroz masacre del Aro. Pero en esas ocurrió que escuchó al que parecía ser el Patrón diciendo que no nos había querido contar, pero que él, por culpa de ese bandido, había tenido que pasar toda la Semana Santa recogiendo pruebas para desvirtuar las acusasiones del bandido. Y hasta ahí le duró la duda a Sumercé.
¿Quién, distinto al Patrón, podría decir algo tan sentido y, por ello, capaz de estrujar el fondo del alma de toda la peonada, incluida Sumercé? Sólo el bien amado Patrón tiene esa habilidad. Sólo un perverso-bandido-de-traca-mandraca es capaz de perturbar la semana de oración y recogimiento del Patrón con semejantes acusaciones y sólo, sólo nuestro Bien Amado Patrón es capaz de compartir su dolor e indignación con nosotros, como él lo hizo: a través de Caracol Radio, gracias a una llamada desde la Casa Grande. Ese gesto de generosidad, de compartirnos todo, incluido la pesadilla que fue su Semana Santa, sólo podía provenir de nuestro auténtico Bien-amado-patrón.
Horror de horrores, pensó Sumercé y, despacio, pa evitar que la Neurona impertinente la volviera a hostigar, se deslizó en la cama, se tapó con las cobijas y arrulló el sueño que le había hecho el quite la noche anterior, repitiéndose: fresca Sumercé, duerma tranquila que en la Jinca nunca pasa nada y con esto tampoco va a pasar nada… na-da…da…aaaaaaa.
— ¡Já!, con que esos son los sucesos "más relevantes" de la Finca Colombia, en las últimas 72 horas. ¿Y el resto?
Sumercé abrió los ojos y quedó sentada en la cama en una misma acción y, antes que pudiera balbucear una respuesta, la Neurona inclemente precisó: ¿cómo le parece la trifulca de la Universidad Nacional? ¿Las declaraciones del expresidente César Gaviria, diciendo que no apoya la Reforma Política propuesta por el gobierno? ¿La Reunón del domingo de su Patrón con la bancada del Congreso que lo respalda, para acordar la tal Reforma Política? ¿El enfrentamiento de los cocaleros en Tarazá? A ver, diga pues, ¿dónde va a dejar esas "bobaditas"?
Y, qué les digo, a partir de ese instante resultó imposible conciliar el sueño. Eso que la Neurona no estaba reclamando por haber omitido reseñar la entrevista del doctor Don Mancuso, transmitida el mismo 22 en el noticiero de las 7 de RCN, donde se ratificó en lo dicho con anterioridad, que sí se había renido con el doctor don ex senador Mario Uribe; que también se había reunido con el doctor don Pachito Santos (Vice Patrón de la Hacienda), hace un tiempito, y que el doctor don Pachito le había dicho que tenían que cuadrar lo de un bloque de las AUC para Bogotá.
Aunque omitió esas observaciones la Neurona impertinente logró su objetivo, asediada por la culpa Sumercé pasó la noche en negro, porque de blanco nada. Pensó en los de Tarazá, en el Doctor don Mancuso, siguió las noticias de cómo Costa Rica negó el asilo político al Doctor Don ex senador, vio cómo le gritaban los familiares de las víctimas de los paras y, seguro, las mismas víctimas también, cuando salió de la embajada directito al búnker de la Fiscalía. Así, sitiada por gritos, ladrillazos y voces alarmantes de presetadores de noticias le llegó el amanecer sin pestañear. Por eso a la 8 en punto oyó al Patrón, que gracias a su jefe de prensa llamó a Don Darío a Caracol y le dio una entrevista no pedida, contando a todos sus fieles peones que un bandido lo acusaba de haber tenido algo que ver con la masacre del Aro (Ituango)…
La noticia es tan aterradora que Sumercé dudó. ¿Serían cosas de la imaginación o resultado del acoso de la fastidiosa Neurona? Sumercé dudó de la auntenticidad de lo que escuchaba en radio, mejor dicho, dudaba que estuviera oyendo radio, que Darío estuviera entrevistando al Patrón porque él se lo pedía y, por supuesto, que el Patrón hablara de "un bandido" que lo quería incriminar en la atroz masacre del Aro. Pero en esas ocurrió que escuchó al que parecía ser el Patrón diciendo que no nos había querido contar, pero que él, por culpa de ese bandido, había tenido que pasar toda la Semana Santa recogiendo pruebas para desvirtuar las acusasiones del bandido. Y hasta ahí le duró la duda a Sumercé.
¿Quién, distinto al Patrón, podría decir algo tan sentido y, por ello, capaz de estrujar el fondo del alma de toda la peonada, incluida Sumercé? Sólo el bien amado Patrón tiene esa habilidad. Sólo un perverso-bandido-de-traca-mandraca es capaz de perturbar la semana de oración y recogimiento del Patrón con semejantes acusaciones y sólo, sólo nuestro Bien Amado Patrón es capaz de compartir su dolor e indignación con nosotros, como él lo hizo: a través de Caracol Radio, gracias a una llamada desde la Casa Grande. Ese gesto de generosidad, de compartirnos todo, incluido la pesadilla que fue su Semana Santa, sólo podía provenir de nuestro auténtico Bien-amado-patrón.
Horror de horrores, pensó Sumercé y, despacio, pa evitar que la Neurona impertinente la volviera a hostigar, se deslizó en la cama, se tapó con las cobijas y arrulló el sueño que le había hecho el quite la noche anterior, repitiéndose: fresca Sumercé, duerma tranquila que en la Jinca nunca pasa nada y con esto tampoco va a pasar nada… na-da…da…aaaaaaa.
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