miércoles, mayo 21, 2008

LA LOCURA FURIOSA


La Locura Furiosa, así define la mamá de Sumercé cualquier hecho que, por complejo, no logra entender y, mucho menos, solucionar. Exactamente eso es lo que experimenta Sumercé ante la situación que vive aquello que alguna vez fue un país, luego un hato, más adelantico una hacienda y, por último una finca manejada al antojo de su patrón. La Locura Furiosa se apoderó de la tal Jinquita Colombia y como la enfermedad esa, la de la Locura Furiosa, parece no responder a ningún tratamiento conocido pues aquí vamos padeciéndola, padeciéndola sin esperanza de erradicarla.

Los síntomas de la locura Furiosa aparecieron, como corresponde a esta enfermedad, de golpe, sin aviso. Cualquier día amanecimos dirigidos por la voluntad de un varón paisa al que la gran mayoría veía como el salvador. Esa es una característica fundamental de la Locura Furiosa, que un temperamental y soberbio personaje se crea el dueño de la verdad absoluta y que el 86% de los otros personajes que le rodean consideren que sí, que es cierto, que él y sólo él es capaz de resolver todos sus problemas, por tanto designan a este personaje para dirigir (como él considere) sus destinos.

El asunto es que después de los síntomas sigue, como corresponde, la enfermedad en sí misma. A través de los tiempos la Locura Furiosa ha atacado ha la humanidad sin contemplaciones de sexo, edad o raza. Por ejemplo a mediados del siglo XX — cuando derivó en una guerra conocida como la Segunda Guerra Mundial— se propagó en Alemania y otros países europeos con el beneplácito de la mayoría de sus moradores, pues estos confiaban en las razones de su líder y, como debe ocurrir para que la Locura llegue a ser “Furiosa”, le respaldaban en todas sus actuaciones por considerarlas absolutamente razonables.

Ese, por absurdo que parezca, es el rasgo predominante de la Locura Furiosa: las acciones más descabelladas posibles son aceptadas y respaldadas por la mayoría, como operaciones apenas normales y, sobre todo, necesarias para el bienestar general. Fue así como siguiendo las pautas de la Locura Furiosa, millones de alemanes respaldaron la idea (que ahora vemos como “loca”) de su bienamado líder de purificar su raza y, lo peor, para conseguirlo se hicieron los de la vista gorda o actuaron para eliminar a todos aquellos que no podrían hacer parte de una “raza superior”.

Suena loco, loco, ¿verdad? Pero como corresponde a las características de la Locura Furiosa, en su momento al 86% le pareció de lo más razonable. ¿Y el 14% restante que opinó? Dijeron, susurraron, denunciaron pero… nadie los escuchó. No olvidemos que se trata de la temible Locura Furiosa enfermedad que convierte lo razonable en absurdo y viceversa. De ahí que Sumercé se tema que en la Jinca el virus de la Locura Furiosa esté contaminando todo, todo.

Van unos pequeños ejemplos de cómo actúa el virus en este momento:

Si Yidis denuncia, inculpándose, el delito de que miembros del gobierno le hubieran comprado su voto para asegurar la primera reelección del Patrón, el 86% considera que a Yidis le pagaron, no por el voto, sino para que denuncie y enlode el nombre del Patrón.

Si el computador de Reyes (marca Pandora pa los interesados) fue encontrado intacto luego de un bombardeo en territorio ecuatoriano y de él salen y salen documentos que la INTERPOL afirma no fueron manipulados, el 86% considera que el computador era anti- bombas y la INTERPOL la más eficiente del mundo.

Si esa misma INTERPOL parece incapaz de capturar, con sus Circulares Rojas, durante meses y años a Álvaro Araújo, Fernando Botero Zea o Salvador Arana, el 86% considera que ha sido físicamente imposible capturarlos, porque nadie puede dudar de la eficacia y seriedad de la INTERPOL.

Si unos 65 congresistas, la gran mayoría perteneciente a los partidos políticos que garantizaron la primera reelección presidencial, son acusados y detenidos por vínculos con los paramilitares, el 86% considera que ese posible vínculo lo tenían a título personal, pero nada, nada que ver, con el bienamado Patrón. Que pertenezcan al partido que lo llevó a su segunda presidencia no es más que una coincidencia.

Si extraditan a 14 paramilitares a Estados Unidos para que respondan por delitos de narcotráfico y las víctimas a quienes se les había prometido Verdad, Justicia y Reparación Integral, se quedan viendo un chispero, el 86% considera que el proceso de paz es un éxito; que es mejor extraditarlos porque allá la justicia sí es seria y que las víctimas de delitos de lesa humanidad cometidos por esos Paras tendrán todas las facilidades para reclamar en Estados Unidos lo que en la Jinca no pudieron conseguir.

Si los computadores de los paras extraditados no aparecen por ningún lado, el 86% considera que no hay que ser mal pensados, que eso segurito estaban en mantenimiento y que ya aparecerán, que eso… eso no es grave.

Mejor dicho: la Locura Furiosa. Y, como corresponde, el 86% gozando de gran felicidad, porque estamos triunfando, ¡falta tan poco para lograr la raza superior!

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