viernes, febrero 13, 2009

EL SINDROME DE ESTOESELCOLMO

Y, ¡jum!, pérdida súbita del sentido del humor de los “colombianos de bien”,
de la mayoría de los medios de comunicación
y de los participantes oficiales de cualquier programa de opinión.
Que… ¡noooooooo es posible que este señor salga diciendo estas cosas!,
que está enfermo, que no sabe de qué habla, que está desvariando,
mejor dicho, ¡la tengo!
Ya sabemos qué le pasa: Síndrome de Estocolmo.


Finalmente liberaron a Alan Jara quien, como corresponde, habló más que un perdido cuando aparece. Eso es algo que Sumercé ha presenciado en todas las liberaciones de secuestrados-retenidos-cautivos o como quieran llamarlos, que al final da lo mismo, todos estaban enterrados en la selva y hablaaaaaan como Dios manda. Cosa que, en general, se les agradece y se entiende. Pero cuando Jara habló el asunto en la Jinca se puso color de hormiga.

¿La razón? Jara no salió diciendo que lo mejor del país son el Patrón, sus grandes ideas (o las de José Obdulio que pa' eso se le tiene), el esfuerzo que ha hecho por pacificar el país, la inversión social realizada en el campo y las ciudades, el éxito indiscutible de su política de Seguridá Democrática (SD), el conciliador lenguaje que utiliza pa convocar a La Faaaar a hablar de paz, el hecho de que aún no haya dicho lo que todos sabemos respecto a su deseo de seguir de Patrón de la Jinca (igualitico que el vecino que tanto critican por aquí) y, por sobre todas las cosas, su dedicación incuestionable a conseguir la libertad de los secuestrados. Nada de eso dijo Jara.

El señor Alan Jara dijo muy clarito que a quien primero agradecía su liberación era a Piedad. Imagínense a ¡Piedad! La senadora que por andar de terca buscando, con bastante éxito, la forma de devolver la libertad a los secuestrados, tiene comprados todos los boletos de insultos y reclamos de los “colombianos de bien” (así se denominan a sí mismos los seguidores del Patrón, lo que hace suponer que quienes no estamos de acuerdo con el Patrón pues somos “colombianos de…).

Y como si esto fuera poco declaró que tenía muy claro que quienes lo habían secuestrado eran las FARC, pero que al gobierno le correspondía tratar de liberarlo y que, según las conclusiones a las que había llegado en los 7 año y pico que estuvo secuestrado ó “2.760 noches” que tuvo para pensarlo, el gobierno no había hecho suficiente por devolverlos a la libertad; que pareciera que a la Faaaaar le conviniera el gobierno del Patrón y que al Patrón le conviniera la existencia la Faaaaar; que la única manera de lograr la libertad del resto de seres humanos que están llegando a viejos en un cambuche de la selva, viendo como pasan 8, 10 años, encadenados en las noches a un árbol, es mediante el Intercambio Humanitario. Y que, desde ya, se ponía trabajar por ese intercambio.

Y, ¡jum!, pérdida súbita del sentido del humor de los “colombianos de bien”, de la mayoría de los medios de comunicación y de los participantes oficiales de cualquier programa de opinión. Que… ¡noooooooo es posible que este señor salga diciendo estas cosas!, que está enfermo, que no sabe de qué habla, que está desvariando, mejor dicho, ¡la tengo! Ya sabemos qué le pasa: Síndrome de Estocolmo.




Al otro día todo el mundo le cayó encima a Jara a reclamarle por sus declaraciones, entre ellos Julito, el de la W, quien le preguntaba y repreguntaba sobre las mismas cosas en las que Jara sencillamente se ratificaba. Sumercé no recuerda quién, si fue Julito o Félix, le preguntó ¿pero cómo puede venir usted a opinar sobre la situación del país si lleva más de 7 años sin vivir en libertad, sin saber qué pasa aquí, ah? A lo que el señor Jara respondió, ah, es que lo que yo sé del país lo sé por ustedes, porque como allá todos los días escuchábamos la radio.

Sumercé apenas sonrió ante la respuesta de Jara y frunció el seño oyendo cómo Julito y Compañía trataban de poner a decir a Jara lo que él se negaba a decir. Una vez se despidieron de Jara, sin poder probar que estaba loquito, localizaron a un psiquiatra gringo experto en estrés post-traumático y en Síndrome de Estocolmo, para que les dijera si Jara tenía ese tal Síndrome. Cosa que ya aquí habían afirmado un par de psiquiatras. Y… bueno, pa acortar el cuento, el gringo nunca dijo que sí. Habló de síntomas, detalles y de su trabajo, pero con lo de Jara los dejó con los crespos hechos. En el caso de Julito con la calva reluciente y chao, chao…

El asunto en el que se quedó pensando Sumercé fue en por qué nunca antes nuestros avispaos “colombianos de bien” hablaron de alteraciones mentales de los liberados cuando se arrodillaban en la pista a rezar o gritaban vivas al Patrón, o en rueda de prensa dirigida por el Patrón el mismo día de su liberación, juraban y perjuraban que no habían visto el símbolo de la Cruz Roja por ningún lado (caso operación Jaque). ¿Acaso ellos sí estaban bien de la cabeza y el señor Jara no? Eso parece según el revuelo que se armó en la Jinca.

Pero pa Sumercé que Alan Jara está divinamente de la cabeza. Mejor que muchos de los colombianos de bien que lo califican de loquito. Hacía años que Sumercé no veía ni oía a alguien tan lúcido como Alan Jara el día que recobró su libertad y, como si fuera poco, alguien con quien Sumercé, sin haber estado secuestrada nunca, coincidiera en el 99% de sus opiniones. Par de asuntos que la llevan a concluir que ella y Jara ni están locos ni sufren del Síndrome de Estocolmo sino del Síndrome de Esto-es-el-colmo.

Síndrome que se caracteriza por no requerir de ser privado de la libertad, secuestrado, amarrado, ni dormir, obligado, en una tabla durante años, para considerar que lo que pasa en la Jinca ¡es el colmo!

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