Así pues que a Sumercé sólo le queda hacerse
unas preguntas medio bobas pero que parecen ineludibles:
¿existen pruebas para condenar a Yidis por un delito
que sólo se puede cometer entre dos o más,
pero no para procesar a los otros implicados?
¿Aquello que la Corte Suprema de Justicia
considera PRUEBAS irrebatibles,
no es lo mismo para la Procuraduría?
unas preguntas medio bobas pero que parecen ineludibles:
¿existen pruebas para condenar a Yidis por un delito
que sólo se puede cometer entre dos o más,
pero no para procesar a los otros implicados?
¿Aquello que la Corte Suprema de Justicia
considera PRUEBAS irrebatibles,
no es lo mismo para la Procuraduría?
Si Sabitas, su viceministro Angarita, el ministro de Protección social, el doctor Jorge Noguera y José Félix Lauforie son inocentes de haber seducido a Yidis (con ofertas de prebendas, se entiende) para que pasara la reelección en el Congreso (la anterior, no la que viene), pues lo menos que podemos pedir a grito limpio es que ¡liberen a Yidis!
Es sencillamente absurdo pensar que Yidis Medina es culpable, según lo estimó la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, de haber cometido el delito de cohecho propio, ella solita. Para que se configure ese delito se requieren por lo menos dos sujetos, uno que ofrezca prebendas, beneficios desde el Estado y del Estado y otro (en este caso Yidis) que acepte la oferta y actúe en beneficio de quien ofrece o de un tercero.
Pa’ que no nos enredemos Sumercé lo va a poner lo más facilito que se puede. Yidis le dijo a la Corte Suprema de Justicia, que a ella le habían ofrecido cargos públicos y otras arandelitas si votaba a favor de la reelección. Su voto, en aquel momento era decisivo, pues inclinaba la balanza para que pasara la reelección en el Congreso. Según Yidis ella fue abordada por miembros del gobierno quienes le hicieron varias ofertas para que votara por el sí. Y por eso, con la garantía de que le darían los beneficios pactados, votó por el sí a la reelección.
En ese momento pa’ que pasara la aprobación de la reelección en el Congreso se requerían el sí de Yidis y la ausencia de por lo menos otro congresista, porque sino las cuentas no cuadraban. Ambas cosas se dieron sin mayor problema. Yidis votó por el sí y, oh, milagro de milagros el doctor Teodolindo no asistió ese día al Congreso porque según él se le presentó un gravísimo problema familiar, accidente de un hijo, y cualquiera entiende que primero están los hijos que nada, ni la reelección.
El caso es que como también según parece Yidis, que estaba reemplazando por un tiempito al dueño de la curul en el Congreso, se había comprometido con los opositores a la reelección a votar por el no, pues estos entraron en sospechas y la denunciaron de inmediato. Entonces se hizo una primera investigación en la que Yidis negó y negó haber recibido ofrecimientos de ninguna naturaleza y finalmente quedó libre de todo cargo.
Las cosas salieron como las soñaban los seguidores de la reelección: Yidis absuelta, la reelección para adelante y bueno, hasta ahí todo muy bonitico. El problema vino después, cuando ya nuestro Presidente, gracias al cambio de un articulito de la Constitución Nacional que prohibía la reelección y al fervor de sus seguidores, estaba ratificado como antiguo, nuevo y según lo sueñan vitalicio presidente. Un día Yidis se alborotó y salió y dijo que mentira, que a ella sí le habían ofrecido prebendas pa’ que votara por el sí y que a Teodolindo se las habían ofrecido pa’ que no asistiera ese día al Congreso. ¡¿Qué, qué?!!
Todos quedamos boquiabiertos sin entender por qué, a esas horas, salía con el cuento. Su explicación fue simple: No le habían cumplido con lo ofrecido. Según ella le habían hecho conejo. Eso, dijo, era lo que la llevaba a denunciar lo ocurrido. Entonces apareció una entrevista dada a Daniel Coronel, pocos días después de la votación de la reelección, donde Yidis contaba cómo había sido el cuento. Esa entrevista, de acuerdo a Yidis, la había concedido a Coronel para que le sirviera de algo semejante a un seguro en caso de que no le cumplieran con lo ofrecido, que tuviera un accidente o alguna cosa así. Como en las películas cuando un personaje mete dentro de un sobre un video, una carta o unas fotos y se los envía a alguien con una nota que dice “en caso de que me ocurra algo entrégalo a la fiscalía”.
Y como ocurrió “algo”, lo del incumplimiento que argumenta Yidis, pues la entrevista salió al aire. Entonces empezó el episodio de la llamada Yidispolítica, en el que se habló de Sabitas, del señor presidente, del ministro de protección social… y mejor dicho, hasta del pobre Teodolindo que resultó con un incremento patrimonial algo anormal y de quien se supo que su hijo sí había tenido un accidente, pero no el día de las votaciones en el Congreso sino antes y que para el día aquel, gracias a Dios, ya gozaba de excelente salud.
Claro, los seguidores del patrón le cayeron encima a Yidis. Que estaba loca, que era una mentirosa patológica, que por qué se le iba a creer si antes había dicho otra cosa, que era gorda, que como se podía creer en la palabra de alguien tan montañera, mañé, de mal gusto. Mejor dicho, todo lo que antes les parecía tan original en Yidis, hasta su especial nombre, se convirtieron en elementos que le restaban credibilidad. Pero como la Corte Suprema de Justicia tiene el deber de atender este tipo de casos, pues lo hizo. Y parte de lo que hizo fue establecer si nuestra Yidis estaba loca o no.
Ese argumento, el de la locura, lo desestimó Medicina Legal y hay que creerle. Si no le creemos a los peritos de Medicina Legal en esta materia, entonces ¿a quién? Qué pasaría con todos aquellos que medicina legal ha calificado como enfermos mentales y, como diría la señorita Antioquia, “y también… del mismo modo en el sentido contrario”. De un día para otro tendríamos que enfrentarnos con que los locos son los cuerdos y los cuerdos los locos, mejor dicho todos lo procesos que se hayan perdido por enajenación mental o que se hayan ganado por la misma razón, que se refiere a la perdida de la razón, pues… bueno, ustedes entienden, “…del mismo modo en el sentido contrario…”. O sea de locos el panorama.
Aunque pensándolo bien de locos ya está. La Corte Suprema de Justicia, léase bien, el máximo ente encargado de impartir justicia en este país, consideró que existían pruebas fehacientes, contundentes, para condenar a la señora Yidis Medina a 43 meses de prisión por el delito de cohecho propio. PRUEBAS, no chismes, no cuentos, PRUEBAS fue lo que halló la CSJ para considerar que ella sí había actuado/votado obedeciendo al interés que tenía en las prebendas que miembros del gobierno le habían ofrecido.
Primero estuvo presa en el Buen Pastor de donde casi no la dejan salir a cumplir su condena en la casa, en consideración a que es madre cabeza de hogar. Le demoraban y demoraban esa salida, hasta que los hijos se sentaron en la puerta del Buen Pastor a pedir que la dejaran ir para la casa, la Corte demandaba que se cumpliera con su orden y hasta la Procuraduría exigía que la dirección de prisiones le obedeciera a la Corte y dejaran a Yidis irse pa' la casa.
Al final se fue pa’ la casa. Los señalados por Yidis declararon ante la Procuraduría General de la Nación y antecitos de terminar su periodo como Procurador, Edgardo Maya Villazón, elevó pliego de cargos contra Sabas Pretelt, Diego Palacio, el ex viceministro Hernando Angarita y contra el ex representante a la Cámara Teodolindo Avendaño por incurrir en presuntas irregularidades disciplinarias. Para ese entonces Teodolindo ya estaba detenido y esperando juicio, mientras que los ministros ex ministros, secretarios y demás esperaban el fallo de la Procuraduría.
En esas estábamos, cuando el Procurador General de la Nación cumplió su tiempo de ejercicio y se eligió un nuevo Procurador, el doctor Alejandro Ordóñez quien, rapidito resolvió el asunto: absolución pa’ todos.
El doctor Ordoñez encontró que no hay PRUEBAS determinantes y en consecuencia existe una “duda razonable” respecto a las actuaciones en el caso de la Yidispolítica de los doctores Sabas Pretelt (ex ministro del Interior y de Justicia) y actual embajador de Colombia en Italia, Diego Palacio (ministro de Protección Social), Alberto Velásquez (ex secretario privado del presidente Álvaro Uribe), José Félix Lauforie (ex superintendente de notariado y registro), Hernando Angarita (ex viceministro del Interior y de Justicia), Jorge Noguera Cotes, (Ex Director del DAS) y Teodolindo Avendaño (ex Congresista). Dicho esto, los absolvió.
Así pues que a Sumercé sólo le queda hacerse unas preguntas medio bobas pero que hay que hacer: ¿existen pruebas para condenar a Yidis por un delito que sólo se puede cometer entre dos o más, pero no para procesar a los otros implicados? ¿Aquello que la Corte Suprema de Justicia considera PRUEBAS irrebatibles, no es lo mismo para la Procuraduría?
¿Qué es una prueba para la Procuraduría y qué para la Corte Suprema de Justicia? ¿Por qué unas valen en un lado y en el otro no? ¿En qué momento las razones que encontró el ex procurador para elevar pliego de cargos contra estos funcionarios se esfumaron? Si Yidis es culpable, ¿dónde están los otros culpables?
Ante esta suma de absurdos lo único que se le ocurre a Sumercé es pedir que, por favor, cuanto antes ¡Liberen a Yidis!
Que injusticia la que se está cometiendo con una mujer condenada por un delito que ella sola jamás pudo cometer.
¡Liberen a Yidis!
Es sencillamente absurdo pensar que Yidis Medina es culpable, según lo estimó la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, de haber cometido el delito de cohecho propio, ella solita. Para que se configure ese delito se requieren por lo menos dos sujetos, uno que ofrezca prebendas, beneficios desde el Estado y del Estado y otro (en este caso Yidis) que acepte la oferta y actúe en beneficio de quien ofrece o de un tercero.
Pa’ que no nos enredemos Sumercé lo va a poner lo más facilito que se puede. Yidis le dijo a la Corte Suprema de Justicia, que a ella le habían ofrecido cargos públicos y otras arandelitas si votaba a favor de la reelección. Su voto, en aquel momento era decisivo, pues inclinaba la balanza para que pasara la reelección en el Congreso. Según Yidis ella fue abordada por miembros del gobierno quienes le hicieron varias ofertas para que votara por el sí. Y por eso, con la garantía de que le darían los beneficios pactados, votó por el sí a la reelección.
En ese momento pa’ que pasara la aprobación de la reelección en el Congreso se requerían el sí de Yidis y la ausencia de por lo menos otro congresista, porque sino las cuentas no cuadraban. Ambas cosas se dieron sin mayor problema. Yidis votó por el sí y, oh, milagro de milagros el doctor Teodolindo no asistió ese día al Congreso porque según él se le presentó un gravísimo problema familiar, accidente de un hijo, y cualquiera entiende que primero están los hijos que nada, ni la reelección.
El caso es que como también según parece Yidis, que estaba reemplazando por un tiempito al dueño de la curul en el Congreso, se había comprometido con los opositores a la reelección a votar por el no, pues estos entraron en sospechas y la denunciaron de inmediato. Entonces se hizo una primera investigación en la que Yidis negó y negó haber recibido ofrecimientos de ninguna naturaleza y finalmente quedó libre de todo cargo.
Las cosas salieron como las soñaban los seguidores de la reelección: Yidis absuelta, la reelección para adelante y bueno, hasta ahí todo muy bonitico. El problema vino después, cuando ya nuestro Presidente, gracias al cambio de un articulito de la Constitución Nacional que prohibía la reelección y al fervor de sus seguidores, estaba ratificado como antiguo, nuevo y según lo sueñan vitalicio presidente. Un día Yidis se alborotó y salió y dijo que mentira, que a ella sí le habían ofrecido prebendas pa’ que votara por el sí y que a Teodolindo se las habían ofrecido pa’ que no asistiera ese día al Congreso. ¡¿Qué, qué?!!
Todos quedamos boquiabiertos sin entender por qué, a esas horas, salía con el cuento. Su explicación fue simple: No le habían cumplido con lo ofrecido. Según ella le habían hecho conejo. Eso, dijo, era lo que la llevaba a denunciar lo ocurrido. Entonces apareció una entrevista dada a Daniel Coronel, pocos días después de la votación de la reelección, donde Yidis contaba cómo había sido el cuento. Esa entrevista, de acuerdo a Yidis, la había concedido a Coronel para que le sirviera de algo semejante a un seguro en caso de que no le cumplieran con lo ofrecido, que tuviera un accidente o alguna cosa así. Como en las películas cuando un personaje mete dentro de un sobre un video, una carta o unas fotos y se los envía a alguien con una nota que dice “en caso de que me ocurra algo entrégalo a la fiscalía”.
Y como ocurrió “algo”, lo del incumplimiento que argumenta Yidis, pues la entrevista salió al aire. Entonces empezó el episodio de la llamada Yidispolítica, en el que se habló de Sabitas, del señor presidente, del ministro de protección social… y mejor dicho, hasta del pobre Teodolindo que resultó con un incremento patrimonial algo anormal y de quien se supo que su hijo sí había tenido un accidente, pero no el día de las votaciones en el Congreso sino antes y que para el día aquel, gracias a Dios, ya gozaba de excelente salud.
Claro, los seguidores del patrón le cayeron encima a Yidis. Que estaba loca, que era una mentirosa patológica, que por qué se le iba a creer si antes había dicho otra cosa, que era gorda, que como se podía creer en la palabra de alguien tan montañera, mañé, de mal gusto. Mejor dicho, todo lo que antes les parecía tan original en Yidis, hasta su especial nombre, se convirtieron en elementos que le restaban credibilidad. Pero como la Corte Suprema de Justicia tiene el deber de atender este tipo de casos, pues lo hizo. Y parte de lo que hizo fue establecer si nuestra Yidis estaba loca o no.
Ese argumento, el de la locura, lo desestimó Medicina Legal y hay que creerle. Si no le creemos a los peritos de Medicina Legal en esta materia, entonces ¿a quién? Qué pasaría con todos aquellos que medicina legal ha calificado como enfermos mentales y, como diría la señorita Antioquia, “y también… del mismo modo en el sentido contrario”. De un día para otro tendríamos que enfrentarnos con que los locos son los cuerdos y los cuerdos los locos, mejor dicho todos lo procesos que se hayan perdido por enajenación mental o que se hayan ganado por la misma razón, que se refiere a la perdida de la razón, pues… bueno, ustedes entienden, “…del mismo modo en el sentido contrario…”. O sea de locos el panorama.
Aunque pensándolo bien de locos ya está. La Corte Suprema de Justicia, léase bien, el máximo ente encargado de impartir justicia en este país, consideró que existían pruebas fehacientes, contundentes, para condenar a la señora Yidis Medina a 43 meses de prisión por el delito de cohecho propio. PRUEBAS, no chismes, no cuentos, PRUEBAS fue lo que halló la CSJ para considerar que ella sí había actuado/votado obedeciendo al interés que tenía en las prebendas que miembros del gobierno le habían ofrecido.
Primero estuvo presa en el Buen Pastor de donde casi no la dejan salir a cumplir su condena en la casa, en consideración a que es madre cabeza de hogar. Le demoraban y demoraban esa salida, hasta que los hijos se sentaron en la puerta del Buen Pastor a pedir que la dejaran ir para la casa, la Corte demandaba que se cumpliera con su orden y hasta la Procuraduría exigía que la dirección de prisiones le obedeciera a la Corte y dejaran a Yidis irse pa' la casa.
Al final se fue pa’ la casa. Los señalados por Yidis declararon ante la Procuraduría General de la Nación y antecitos de terminar su periodo como Procurador, Edgardo Maya Villazón, elevó pliego de cargos contra Sabas Pretelt, Diego Palacio, el ex viceministro Hernando Angarita y contra el ex representante a la Cámara Teodolindo Avendaño por incurrir en presuntas irregularidades disciplinarias. Para ese entonces Teodolindo ya estaba detenido y esperando juicio, mientras que los ministros ex ministros, secretarios y demás esperaban el fallo de la Procuraduría.
En esas estábamos, cuando el Procurador General de la Nación cumplió su tiempo de ejercicio y se eligió un nuevo Procurador, el doctor Alejandro Ordóñez quien, rapidito resolvió el asunto: absolución pa’ todos.
El doctor Ordoñez encontró que no hay PRUEBAS determinantes y en consecuencia existe una “duda razonable” respecto a las actuaciones en el caso de la Yidispolítica de los doctores Sabas Pretelt (ex ministro del Interior y de Justicia) y actual embajador de Colombia en Italia, Diego Palacio (ministro de Protección Social), Alberto Velásquez (ex secretario privado del presidente Álvaro Uribe), José Félix Lauforie (ex superintendente de notariado y registro), Hernando Angarita (ex viceministro del Interior y de Justicia), Jorge Noguera Cotes, (Ex Director del DAS) y Teodolindo Avendaño (ex Congresista). Dicho esto, los absolvió.
Así pues que a Sumercé sólo le queda hacerse unas preguntas medio bobas pero que hay que hacer: ¿existen pruebas para condenar a Yidis por un delito que sólo se puede cometer entre dos o más, pero no para procesar a los otros implicados? ¿Aquello que la Corte Suprema de Justicia considera PRUEBAS irrebatibles, no es lo mismo para la Procuraduría?
¿Qué es una prueba para la Procuraduría y qué para la Corte Suprema de Justicia? ¿Por qué unas valen en un lado y en el otro no? ¿En qué momento las razones que encontró el ex procurador para elevar pliego de cargos contra estos funcionarios se esfumaron? Si Yidis es culpable, ¿dónde están los otros culpables?
Ante esta suma de absurdos lo único que se le ocurre a Sumercé es pedir que, por favor, cuanto antes ¡Liberen a Yidis!
Que injusticia la que se está cometiendo con una mujer condenada por un delito que ella sola jamás pudo cometer.
¡Liberen a Yidis!
1 comentario:
Eso no podría ocurrir en mi GRAN PAIS. Acá se llama coima, y los coimeros siempre cumplen y pagan lo prometido. Y nadie va preso. Nunca. Parece ser que el único problema real que ustedes tienen es la falta de cumplimiento. Tenemos un tema similar desde hace casi diez años en trámite, pero parece que no hay pruebas irrebatibles de que se votó una ley gremial pagando a los que debía levantar (o bajar, vaya uno a saber) la mano para votar.
De todas maneras no debemos olvidar que cuando se "privatizó" toda la producción de gas en mi pais, el que levantó la mano y marcó la diferencia, - según las filmaciones de la TV- era simplemente el chofer de "alguien" que: ¡¡¡se había sentado en la banca sólo para descansar!!!!! y allí terminó el asunto, el voto se revalidó y el gas dejó de ser lo que era.
A veces tengo ganas de perder el sentido del humor, que se transforma siempre en sentido del MAL HUMOR. Otras veces creo que nuestro único problema es semántico, nada de lo que dicen quiere decir lo que tienen que decir, y todas las palabras parecen de otro idioma, del que no tengo traductor.
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