…en la Hacienda Colombia contamos con el mejor de los mejores conductores, presentadores y productores de material para los medios de comunicación: El Patroncito. Y el mismito se hace cargo de todo. Se explica Sumercé: genera la noticia, la divulga, la presenta, la desvirtúa.
Sumercé sabe que está largo,
pero garantiza que valdrá la pena el esfuercito,
¿quién quita que al final se de cuenta que
usted es de los que está "demasiado bien"?
Bueno chicos y chicas, Sumercé reconoce que los ha tenido abandonados, que no ha escrito ni una palabrita sobre el acontecer de la Hacienda Colombia, pero ah, es que a ratos la realidad logra su objetivo: aplastar las ganas de decir cualquier cosa sobre esta Hacienda. Las palabras, las opiniones se ahogan cuando la evidencia de lo poquito que importa lo que se diga o lo mucho que pase en la desbarajustada Hacienda Colombia, no afecta en nada el entusiasmo de los trabajadores de estos predios. Mientras más desigual es la calidad de vida, mientras más trampitas se les hacen a los peones más felices están. Eso, ¿quien lo puede explicar? ¿Será que nos sentimos “demasiado contentos” con lo que pasa? Va aquí una pequeña, aunque no parezca, muestra de por qué hemos llegado a sentirnos “demasiado bien”.
Sumercé no sabe si nuestro Patroncito será un genio para enredar al país con un negocito tan desventajosito como el que promueve el TLCecito, con el que quedaremos sumidos en la más profunda miseria durante los próximos cuarenta añitos, no sabe si al Patroncito le cabrán en su corazoncito los más de 21.000 paramilitarcitos que se han desmovilizado. (Eran tantos?, entonces cuántos serán los narcofascinerocitos? Como siempre dicen que son 15.000, que matan 1.000, capturan otros 200 jefes de finanzas, se entregan 500 y siguen siendo 15.000, ¡ay qué susto!) Tampoco sabe Sumercé si al Patroncito, a propósito de los paramilitarcitos, no le dará dolor ver cómo son juzgadas, desterradas, convertidas en parias, el par de damitas tan queriditas y firmes con él, ya saben de quienes habla Sumercé, de Rocío y Eleonora, O, a ver, ¿quiénes más, hombres o mujeres, han sido tan machitas de rasgarse las vestiduras por defender y poner la cara por el patroncito y sus propósitos de negociar con los paraquitos como ellas: ¡nadie! En fin, que Sumercé ignora si al Patroncito le duelen o por lo menos le toca alguna fibrita de su atribulado corazoncito, las lágrimas de este par de fervientes seguidoras suyas. Nada de eso, sobre el Patroncito, sabe Sumercé. Pero lo que sí sabe, es que resultó el duro para manejar lo que hay que manejar en el siglo XXI: Los Medios de Comunicación.
¡Quién lo ve!, ahí con su nadadito de perro mantiene embobaditos a más del sesenta por ciento de los trabajadorcitos de la Hacienda Colombia. ¿Cuál Pacheco, cuál J. Mario, cuál realitie, cuál telenovela, cuál comedia, cuál noticiero?, olvídenlo, aquí en la Hacienda Colombia contamos con el mejor de los mejores conductores, presentadores y productores de material para los medios de comunicación: El Patroncito. Y el mismito se hace cargo de todo. Se explica Sumercé: genera la noticia, la divulga, la presenta, la desvirtúa. Mejor dicho, no cabe duda de que lo vivido por estos días en la hacienda Colombia es lo que perfectamente puede definirse como una auténtica obra de autor. Y, más allá de eso que de por sí merece ser exaltado, el nuestro, nuestro autor y Patroncito, ha conseguido algo que ninguno de los grandes creadores de obras de autor como se denomina en el cine a este género, han logrado: convencer a los espectadores, al público en general, de que lo que él dice y sólo lo que él dice es la verdad. Mejor dicho, que el mundo es como lo pinta el Patroncito. Eso ningún creador lo había conseguido. O bueno, hubo uno por ahí a mediados del siglo pasado que hizo sus diabluras y por causa del cual la humanidad ahora se da golpes de pecho, sólo ese lo logró antes que nuestro Patroncito.
Pero el nuestro no imita a nadie, es auténtico. Cumple con una de las premisas fundamentales que debe acatar quien quiera dominar los llamados medios de comunicación: autenticidad. Y al de la Hacienda Colombia si hay algo que le sobra es eso. El nuestro es de sombrero, poncho, carriel y me imagino que no falto a la verdad si asumo que desayuna con arepita, como debe ser. Y como se supone, sólo es suposición, desayunan la mayoría de trabajadores de la hacienda. En fin que la autenticidad del nuestro es indiscutible, o digan qué otro Patrón ha ido a visitar a un pobre Papa que ni la cabeza podía levantar, y le ha terciado un carriel a Su Santidad, pa’ que en su hacienda queden felices de tener un Papa medio Paisa, qué otro? Ah, es que es un verraco, hombe. Y si hay problemas en la hacienda, qué hace? Pues les pone la cara, él mismito, sin ayuda de nadie. Está bien, a veces acude a la ternurita, al Doctor Ternurita u otro colaboradorcito para permitirle sus cinco minutitos de fama, porque egoísta sino, nada de eso.
Como cuando salió el Doctor Ternurita muy tieso y muy majo a decir (obvio ante las cámaras, grabadoras, micrófonos, sino qué gracia!) que había un precandidato a Patrón de la Hacienda Colombia, que le había propuesto a los narcofascinerocitos que se pusieran de acuerdo con él pa’hacerle oposición a nuestro bien amado Patroncito. La historia era…¡! Mejor dicho, en cualquier telenovela babearían por encontrar un giro dramático como ese. Lástima que seguro los libretistas lo desecharían muy rápido, pues dirían “no qué va, el público no es tan tonto como para creer ese cuento, ¿quién va a pensar que los narcofascinerocitos que no han hecho más que fregar al Patroncito, ahora necesitan que vaya un precandidato a decirles que eso, oponerse al Patroncito, es lo que hay que hacer?” Seguro los libretistas la desechan. Claro, les falta el ojo de nuestro Patroncito para el melodrama y tampoco conocen la esencia del pensamiento de los trabajadores de la hacienda, que sí, claro que sí se iban a encaramar en ese bus. Y que pegaditos del televisor iban a seguir los cargos del Doctor Ternurita, las réplicas del acusado de momento o coprotagonista circunstancial y por supuesto, la solución del drama que ¿estaba en manos de quién, a ver, de quién hombe? Pues del gran hermano y protagonista de nuestros días: ¡del Patroncito de la Hacienda! Fácil, él se excusó, dijo que perdón pero que era verdad sino que no podía decir porque era verdad, entonces se retractaba, pero que igual era verdad y… perdón si en algo te ofendí. Ah, hombe, es un genio.
Porque eso sí, pegados del televisor, la radio, el periódico, el único porque en la Hacienda sólo tenemos unito, seguimos paso a paso el melodrama de principio a fin. Que el coprotagonista dijo que no, rotundo. Que no aceptaba tal señalamiento, que los narcofascinerocitos decían que era mentira, que los actores de reparto, congresistas y demás, opinaban que sí, que no, que segurísimo que no, que quién sabe. Y claro, suba el rating, hasta que salió el Patroncito y marcó sus sesenta puntos de rigor, homme, ¡es un genio! Entonces la Hacienda Colombia en pleno aplaudió.
Enseguidita, sin darnos respiro, vino el cuento del realitie ese semanal del patroncito en cuya producción dicen se han gastado, a la fecha, $ 300.000.000.000, pero bueno, eso es lo de menos. Lo de más es que en una circunstancia particular como la de la campaña por la jefatura del hacienda, se le había dicho al Patroncito que la televisión institucional no podía seguir transmitiendo su realitie semanal, mientras había campaña por la jefatura de la hacienda. Esto porque el Patroncito, obvio, quiere repetir como el santo Patroncito de esta hacienda y digamos la verdad, la mayoría de sus trabajadorcitos quiere que repitamos de santo Patroncito. El cuento es que nuestro Patroncito respetuoso y bien educado como es aceptó y dijo, como diga la ley, yo me acojo a lo que diga la ley. Claro, el se acogió: no fue la televisión institucional como lo prohibía la Ley que el Patroncito respeta, sino la privada la que transmitió el realitie y… venga: nuevo giro dramático. Pero este sí de tuerca con tornillo oxidado. Porque toda la hacienda quedó pendiente de cómo se resolvía el cuento. Ah, anoten libretistas, anoten… la solución dramática fue de lo más simple: el Patroncito declaró que él respeta la libertad de prensa y por esa razón no le va a prohibir a nadie, entiéndase bien, a nadie, que transmita lo que quiera, ni siquiera un programa de 14 o 15 horas en donde él es el protagonista, pues es quien resuelve el problema de la estufita de la señora, del trabajito de aquél… No, eso no se lo va a prohibir a nadie. El Patrón respeta rigurosamente la Libertad de Prensa. ¿Y saben qué? ¿Saben qué gritaron los seguidores del Patroncito, los que le marcan el aclamado sesenta por ciento de rating?: Gooooooooooooooooooooool, el patrón les metió gooooooooooooooool de media cancha. ¡Eh, hombe, es un duro! ¡Así se hace!
Como es un genio pa’ lo de la dramaturgia, sin dar respiro, siguió protagonizando otro punto de giro. Este fue el del reclamo de Ecuador por el cuento de que un avión de la Hacienda pasó los linderos y se metió allá persiguiendo a los narcofascinerocitos. Poco, poquito, mejor dicho casi nada faltó pa que el patroncito y sus actores de reparto dijeran que era que los otros habían corrido la tierra ecuatoriana pa meterla debajo de los avioncitos de la Hacienda Colombia, ah, ¿a que esa no se les ocurrió? Pero eso sí, dijo que iba a ver las cosas, a analizarlas y… pidió excusas. ¿Cómo? Pues como sólo él sabe hacerlo. Que si, que lo siento que nos metimos sin culpa y por favor, perdón. Y saben qué hizo enseguida, cuando allá dijeron que bueno, que aceptaban las excusas, pues dijo que sí, que pedía excusas pero que era verdad que los narcofascinerocitos se habían metido allá y que además se seguían metiendo y que por eso… ¡Setenta puntos de rating!
Y esto es pan de todos los días. Ahorita Para esta semana ya se tiene en remojo el affaire del Patroncito y La Gata. Los elementos principales del argumento que nos mantendrá en vilo son los siguientes: una señora a la que le dicen la Gata, detenida por presunto lavado de dinero, (de ese que hay que lavar, desinfectar y planchar muy bien), de quien los antagonistas del Patroncito salieron a decir que como que en la pasada campaña de él, había recibido dinero de esta señora. Y ahí mismo salió, quién? El Patroncito a decir que sí, que como que ella o unos apostadores, porque la señora entiende Sumercé es propietaria de empresas de apuesta, pues que había un cheque de ella en la pasada campaña del Patroncito para dirigir el destino de la Hacienda Colombia. Entonces… cuando nuestro Patroncito salió y dijo que sí, que como que había un chequecito por ahí, y que todo se podía investigar, aclarar… qué pasó?: ¡Ochenta puntos debió marcar!, porque hombe!, es un verraco, ¿no ve cómo pone la cara?
Con este singular manejo de la comunicación y, sobre todo, de la atención y el cerebro de los colombianos, se nos fueron los primeros tres añitos y pico de mandato del Patroncito sin que los trabajadores de la hacienda le pregunten al Patrón:
- ¿Cómo que aquí no hay conflicto armado?
- ¿Si la gasolina sube todos los meses, eso afecta el costo de vida, entonces por qué dicen que en lugar de subir, el costo de vida bajó?
- ¿Oiga, patrón y esa gente que uno ve en la calle diciendo que son desplazados, es mentira, cierto? Porque si no hay conflicto armado…
- Pobreza ya no hay, miseria menos, pero por qué se ve tanto limosnero, vendedor ambulante y como pobres por todos lados?
- Patrón, ¿y por qué Eleonora y Rocío dicen que fue el embajador gringo quien dijo que tenían que salir de las listas en las que estaban para el Senado? Así no fue, cierto, los gringos nunca se meten en la política interior de ningún país… o nos equivocamos?
- A propósito Patrón, ahora que me acuerdo, ¿por qué la Hacienda Colombia apoyó la invasión a Irak? Eso no está bien, o sí?
- El Plan Patriota, ¿un éxito verdad?, ya se acabaron los narcofascinerocitos, ¿o no?
- ¿Patrón y qué hubo de los secuestrados que tienen los narcofascinerocitos, eso ni pa que gastar pólvora en gallinazos, pa’ qué acuerdos o bobadas de esas, cierto? Alguien se tiene que sacrificar por la patria y con tantos años que llevan allá, eso qué, otros cuatro añitos más no hace la diferencia, ¿cierto?
¡Lo logró, el Patroncito, se lució! A punta de goles de media cancha nos mantiene… Ave María, convencidos de que aquí, en esta patriecita, todo, todo va, como dirían en su tierra, “demasiado bien”… Claro, que si ustedes chicos y chicas ponen atención, se darán cuenta que el uso de ese par de adjetivos tal cual se expresó antes, como “demasiado bien”, sugiere, sin lugar a equivocaciones, que las cosas están mal. Muy mal. Y quién sabe si con la firmita del TLCesito, que él directamente va a ir a finiquitar hombe, logremos que lleguen a estar “demasiado, demasiado bien”. Así pues que calladitos, sigan aplaudiendo a nuestra estrella, que lo está haciendo demasiado bien, ¿o no?
Desde su Hacienda Colombia, Febrero 10 de 2006
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