miércoles, marzo 28, 2007

Somos pobres, ¡Carajo!

Sumercé ha estado callada, pero no en silencio. ¿Quién puede gozar de la quietud del pensamiento cuando vive en un país donde las palabras lo son todo? Esta semana el barullo arrancó con la muerte por hambre (desnutrición, que suena más bonito, dicen las autoridades) de un número indefinido de niños chocoanos. Han dicho que los niños muertos son veinte, dieciséis, diez y, para hoy, llevan la cifra en seis. Con eso arreglan el lío. Como si por el hecho de que MUERA UN NIÑO DE HAMBRE y no quince o veinte, el horror disminuyera.

Pero como las palabras no cesan, al mismo tiempo nos llega la increíble noticia de que en esta indolente finquita la pobreza ha disminuido. ¿No le creen a Sumercé? Pues miren como son las cosas, un sesudo estudio, presentado por la directora de Planeación Nacional, Carolina Rentería, muestra que hemos avanzado tenazmente en la erradicación de la pobreza. Los datos son contundentes: “la pobreza se redujo en 11 puntos porcentuales, al pasar de 56 por ciento a 45 por ciento entre junio de 2002 y junio de 2006.”

Traducción, gracias al mandato del actual Capataz de la Jinca, “en los últimos cuatro años se ha logrado reducir la desigualdad”. Eso afirma el análisis de Planeación Nacional y la Misión para la Erradicación de la Pobreza y la Desigualdad. Claro, claro, el tal estudio, como toda la palabrería que agobia a la Finca, tiene su truquito, que esa es la especialidad en esta tierra, muchas palabritas que pregonan verdades a medias y encubren mentiras totales. En este caso la treta está en los lugares escogidos para adelantar el estudio: las trece ciudades principales de Colombia. Ese es el engaño visible, porque vaya uno a saber qué otros tienen los magos de las encuestas bajo la manga.

De todas maneras sólo por el detallito de difundir con bombos y platillos una investigación que explora menos de la mitad de capitales de los 32 departamentos del país; que apenas incluye 13 de los 1.070 municipios que componen la Finca, el estudio podría calificarse como una farsa más.

Pero si los niños muertos no hicieron sonrojar a la doctora Carolina Rentería al momento de presentar su examen sobre la pobreza, pues qué se puede esperar a la hora de preguntarle, ¿que cómo fue señora?, ¿que cómo así que debemos considerar válida una 'minuciosa investigación' hecha en menos de la mitad del territorio nacional? Nada. Para acallar cualquier crítica contamos con la efectiva labia de los funcionarios del caso, quienes harán su trabajo con el rigor que este demanda. Como las palabras vociferadas ante los micrófonos arreglan cualquier entuerto, faltara poco para que nos digan que el estudio es cierto, cierto, que refleja la absoluta realidad del país y que los niños muertos no cuentan porque:

• Vivían en el Chocó un departamento que no existe en Colombia.
• Como se sabía que iban a morir, ni pa qué contarlos.
• En Colombia nunca ha habido Negros o indígenas. Que no salgan con cuentos.
• Si se murieron de hambre fue por culpa de los papás que descuidan el manejo de la dieta.
• Se trata de un fenómeno que nunca antes se había producido en la Finca y, con seguridad, no se repetirá.
• Eso les pasa por no aprender a alimentarse con los millones de balas en las que se invierte el presupuesto nacional.
• Como viven en un país donde no hay conflicto, pero sí necesita plata pa la guerra, pues ellos igual ni vivían ni necesitaban comida o atención médica.
• Los dirigentes del Chocó les quitaron la platica pa comida, salud y vivienda porque resultaron unos tramposos, sólo los de allá porque en el resto de la Finca no pasa eso.
• Apenas ahora los órganos de control del Estado descubrieron que tenían que supervisar lo de la platica en el Chocó.
• Es que los negros y los indios insisten en tomar agua sucia del río, y ¿quién les quita la maña? Por eso no vale la pena construirles acueducto.
• ¡Bendito sea mi Dios!, desde la Casa Grande, sede principal de la Jinca, se ha hecho hasta lo imposible para que esa gentecita deje de ser pobre: trabajo se les ofrece, salud, ni se diga, educación gratis y buena por todos lados. Pero no se dejan ayudar. Ya no sabemos que mañas darnos pa que reciban la ayudita que con tanto amor les queremos dar.
• La Finca va bien, muy bien, todos vivimos muchísimo mejor, así que los dos niñitos (en eso terminará la cifra) que alguna vez murieron de hambre, sólo hacían parte de la campaña de calumnias de la oposición.

Y… mejor dicho, ni sigo. Porque el verbo con que tratarán —y conseguirán— echarle tierra a los tres cadáveres de niños que semanalmente mueren de hambre en el Chocó, podría apelar a argumentos tan inauditos que nada de raro tendría encontrarnos mañana con un titular de prensa donde se culpe a Pablo Escobar por la muerte de los pequeños. ¿Ah? ¿Que ya lo mataron? ¿Y eso qué? Cualquier argumento vale antes de admitir que somos pobres, ¡carajo!, y nuestros niños se mueren de hambre. Y lo peor: ni eso nos duele.

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Así que secuestrados, desplazados, indigentes, pierdan cualquier esperanza de que su situación despierte solidaridad en esta Finca. ¡Allá ustedes y sus problemas!… Además, ¿no será que tenían alguna relación con Pablo Escobar?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Sumerc é
Lo que es inaudito es que el límite de la pobreza para estos países
esté fijado en 280 mil pesos mensuales y el de la indigencia en 100 mil, y
que todos lo aceptemos como un parámetro justo. 280 mensuales no alcanzan ni para coger un transmilenio diario.
Un saludo

Anónimo dijo...

En nuestra estancia (que ocupa más terreno) hemos encontrado una variante. Una sola: Echaron a los encargados de las estadísticas oficiales y pusieron muchachos del grupo de ellos ( de los ELLOS que vos sabés). Inmediatamente dejamos de ser pobres, desnutridos y todo lo demás.
Seguimos siendo JAUJA.
Con eso y cambiar los nombres podrìamos enviar tu mail como si fuera nuestro.